La evaluación de un puesto de trabajo, debe tomar en cuenta la evaluación de la carga de trabajo que supone la ejecución de las tareas asignadas a este, ya que, nos ayudará a identificar deficiencias y detectar una carga mental inadecuada.

Los servicios de prevención de riesgos laborales no cuentan con un método único de evaluación directa de la carga de trabajo, pero sí que existe unanimidad a la hora de reconocer los factores que se deben evaluar para realizar un buen diagnóstico de situación:

1. Factores de Carga, es decir, las exigencias mentales que son requeridas para llevar a cabo las tareas relacionadas con el puesto.
2. La fatiga que produce a la persona cumplir con las exigencias de las tareas marcadas.

¿Cómo se evalúan los factores de carga?

Principalmente, existen 3 modelos de evaluación:

• Método L.E.S.T, que toma como referencia los indicadores de: apremio de tiempo, complejidad y rapidez de ejecución, atención y minuciosidad
• Método de Perfil de Puesto o R.N.U.R, que solo evalúa las operaciones mentales, no automatizadas, que debe ejecutar la persona trabajadora y el nivel de atención que debe prestar al proceso.
• Método de Evaluación de Factores Psicosociales, que toma como referencia: la presión de tiempos, el esfuerzo de atención, la fatiga percibida por la persona trabajador, la sobrecarga y la percepción subjetiva de la dificultad de las tareas de la persona trabajadora.

De todas formas, estos métodos, reconocen a la “carga mental” como un factor dentro del conjunto de variables que afecta en la evaluación de carga de trabajo, pero existen otros modelos que lo analizan a través de un “escala específica”, como es la Escala Cooper-Harper, la SWAT o el Perfil de Carga Mental de Tsang y Velázquez.

La medición de la fatiga

Desde el punto de vista de la prevención de riesgos laborales, solo se analizarán aquellos factores que influyan sobre el desempeño de las tareas como persona trabajadora. Por ello, se realizarán mediciones sobre las alteraciones fisiológicas que experimenta la persona trabajadora, por ejemplo, controlando la actividad cardiaca ocular, muscular o cortical del individuo; mediciones de alteraciones psicológicas, a través de pruebas tanto objetivas como subjetivas; y evaluaciones sobre el comportamiento, que en los términos que nos atañen, se controlan a través de indicadores de rendimiento, estudios sobre la forma en que la persona trabajadora crea estrategias para repartir las microtareas del día y, para casos concretos, se pude controlar a través de una prueba de “doble factor”.

Todos estos métodos de evaluación y medición son complementarios entre sí, por lo que, deben darse las circunstancias necesarias para poder tomar conclusiones de causa-efecto para poder aplicar medidas que mitiguen los afectos en que degradan la salud mental de la persona trabajadora.

Fuente: INSST